martes, 16 de diciembre de 2008

En la Planicie Furtivo - Victor Luis Henrriquez Tenorio



La planicie donde los murmullos se dilatan

Fueron los ronquidos de ciertas palpitaciones

La aurora de algunas cúpulas de iglesias que atan

Los leños de efigies que dibujan aflicciones.


En esa planicie fue en que no existió el adonde

Y ese ayer son sucesiones que en mi no se aplacan

Nadie ha de responder con silencio lo que ronde

Pues a través del recuerdo mis rimas estacan.


Asiste sobre un pañuelo a mi boca el silencio

¡Ay! de mi vida si es que en silencio no he vivido

Si va sin parar mi oculto espíritu al olvido.


Ya que a ninguna y a todas siempre reverencio

Referirme a los asuntos del ser conmovido

Aunque siempre mi corazón se encuentre furtivo.

Belfegor - Victor Luis Henrriquez Tenorio




Tú la inclemencia amarga disiente de pureza

El místico eco misterioso de la maleza

Que con tedios das la orden del portador de luz

Te velaste hasta en el alma del Cristo en la cruz.


Erraste por una Asiria de pedruscos secos

Eres añorado Abril de poetas resecos

Dando a mi indeciso brío el profuso cansancio

Llenándome de dudas y volviéndome rancio.


En labios añejos vociferaron tus gritos

Tu cola se agito y se clavo como estandarte

En mi dorso desnudo cual cortejo de luna.


Demonio de clamoreos en danzas de ritos

Los muertos en el pantano quieren inundarte

Al ser rasgados, carecen de ilusión alguna.


Poema Titulado: Perseguidor de Estrellas




A mi padre Victor Julio Henrriquez

Por los rizos de mi voz desesperanzada se destila este albor

Por las distancias de su persona es que se entristece las horas

Acusa la pena el sueño de una temporada en nuestra casa

Un hogar donde el silencio sin él cobijaba los ventosos otoños.

Perseguidor de estrellas, que la aurora entibie su ausencia

Y que su presencia aplaque la ácida soledad de nuestra primavera

Donde las hojas de nuestra calle lustran nuestra intranquilidad

Pétalos de abrazos acusados por filtrar el agua bendita del amor.

Son de sus ojos la llegada y de sus labios el beso de despedida

Hoy que su piel cumple un invierno más lleva una rara alegría infinita

Acompañado de mortales que llevan en si luces votivas y fugaces.

Porque su alma es un pañuelo donde a veces no se limpia el desamor

Porque la campana de su voz es un estruendo de llamaradas

Un portal donde cruzan espíritus alados de pies descalzos.


Victor Luis Henrriquez Tenorio

Fragua de Corazón Terrestre - Victor Luis Henrriquez Tenorio





vende tus miembros al mejor postor /
trasládate al otro lado sin moverte /
vive sin morir / muere sin vivir... recordado /
calma el jardín donde colocaste el horizonte /
los nubarrones de piedra / la semilla del girasol /
futura estrella por colapsar.

se vieron por esas calles nuestros ojos /
por los callejones donde los jazmines crecen /
y la hierba florece tras las heridas del cemento. /

tú te acercaste mi Cecy por las sendas del arcoíris /
por la fragua del corazón terrestre /
por la mirada trasatlántica /
y te retiraste en la fiebre de unos niños /
de una África colérica /
que se acerca /
vuelve /
retrocede /
y no regresa más.

Poema Titulado: Eco



I


¿Quién soy? Pues no seré él quien debe ser.

¿Hacia dónde voy furtivo y distante?

Bosqueja la estela mi ánima errante.

En mi reflejo no me logro ver.


¿Qué hondo vacío aguarda mi caer?

En este hoyo de sombra crepitante.

Cual mausoleo de muerte incesante

Llevo el dolor que “el ser”, ha de traer.


¿Qué mendigo en los recodos del mundo?

Acaso la lámpara de un amor

Que albergue felicidad en su pecho.


O la muerte de mi ser moribundo

Tras huella de gloria de mi dolor

Que quien viene loara sin derecho.


II


¿De dónde viene mi verso elevado?

Desciende de la más gélida herida,

El triste sueño con que es inspirado

El cantor, su conmovedora vida.


Tras huida del crepúsculo socavo

Los recuerdos, alegría perdida.

Un agujero de helado horror cavo

A mi cansada lírica abatida.


Es el pequeño relente de hoja

Al ser acariciada por la brisa

La sangre que me recorre y me moja.


La pena de la vida me congoja

Tan cruel y violentamente, sin prisa…

Tanto que mi corazón se deshoja.


III

¿De dónde proviene mi pobre casta?

Surge de las grietas del corazón,

Del cautivante olor de la ilusión

Que para la esencia del bardo basta.


Mis sueños se los llevo una banasta

Hacia los flujos de la desazón

Más cuando de amor puro hubo ocasión

Clave mi mal en bermeja cruel asta.


En el eón de los giros robustos

De la mente, el rubor de una sonrisa

Proveyó en mi eje una serie de sustos.


Ante el fulgor de los astros vetustos

De mi triste amada evoque su risa

Cual rocío de luna en los arbustos.


IV

Anduve por la tierra desolada

Y de mi boca broto un ruin gemido.

En mis ojos contemple lo temido:

-Soy la lágrima perdida en la nada.


El temblor de flama precipitada

Mi hendido columpiar tenso tendido,

Nave de bruma de abismo derruido

De hoja e pluma a mano por siempre liada.


La letra subyugante sin letargo

De lustre difícil, fluyente, amargo

El desatino arrastra su remanso.


La señal viola con fulgente rostro

Párrafo de luto que triste postro

Donde habla el océano al cielo manso.


V

Perdóneme por aquellos pantanos

De vuelos subyacentes de mis manos,

Por los lapsos perpetuos de sepulcro

Con los cuales nunca encontraron fulcro.


Pero el vuelo es de cóndor resquebrando

Con su hipar la cordillera, arraigando

Su ancha cutícula el plumaje incógnito

De preñado calor, de mar lignito.


Los cometas blancos de la galaxia

Huyen por la misma razón y afán

De la copla hueca, rellena de ataxia.


Del desierto emana el aullido seco,

La muerte lleva un pálido gabán,

En el silencio eterno se oye el eco.