Tú la inclemencia amarga disiente de pureza
El místico eco misterioso de la maleza
Que con tedios das la orden del portador de luz
Te velaste hasta en el alma del Cristo en la cruz.
Erraste por una Asiria de pedruscos secos
Eres añorado Abril de poetas resecos
Dando a mi indeciso brío el profuso cansancio
Llenándome de dudas y volviéndome rancio.
En labios añejos vociferaron tus gritos
Tu cola se agito y se clavo como estandarte
En mi dorso desnudo cual cortejo de luna.
Demonio de clamoreos en danzas de ritos
Los muertos en el pantano quieren inundarte
Al ser rasgados, carecen de ilusión alguna.
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